domingo, 16 de mayo de 2010

Caminar o correr con Dios

Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40: 31 ¡Buena noticia! En el viaje de la vida cristiana puedes correr o caminar. Las dos maneras son aceptables; siempre llegarás a la meta. La Biblia habla de los que corrieron y de los que caminaron. Los presenta como triunfadores. El apóstol Pablo terminó la carrera con gozo. Finalizó el viaje, llegó a la meta. De Enoc se dice que caminó con Dios durante trescientos años. ¿Qué significa caminar con Dios? Es progresar. Es avanzar. Es dirigirse a un destino y avanzar hacia él. No se habla de detenerse o rendirse. Es viajar al mismo ritmo, hablar a una voz, estar en armonía con Dios, tomar la dirección hacia donde Dios desea que vayamos, vivir en comunión con él. El profeta Amos explica lo que significa andar con Dios de la siguiente manera: «¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?» (Amos 3:3). Otra versión da la siguiente traducción: «¿Caminarán juntos dos hombres a menos que hayan concertado una cita?» Tú has concertado una cita con Dios. Muchas personas llegan tarde a todos sus compromisos. Nunca están a tiempo en ninguna reunión. Tienen el mal hábito de la impuntualidad. Pero una cosa es llegar tarde a un compromiso con los amigos, y otra, muy diferente, llegar tarde a una cita con Dios.
Creo que a veces Dios nos dice a algunos de nosotros: «Aquí estoy para nuestra cita. ¿Dónde estás tú? Deseo hablar contigo esta mañana. ¿No tienes tiempo para mí? Tienes tiempo para el periódico, para el teléfono, para la televisión, para el correo electrónico; pero no tienes tiempo para orar, para el estudio de la Biblia. Deseaba hablar contigo durante el almuerzo, pero tu oración fue muy rápida. ¿Dónde estás? Tenemos una cita». ¿Estás caminando con Dios? ¿Agradas al Señor? Dios desea que vivas en armonía con él. Desea revelarte sus planes y sus propósitos. Desea que camines con él, aunque no sea durante trescientos años. Camina con Dios. Dedícale tiempo cada día, todos los días. Que este sea tu cántico diario: Ando con Cristo, somos amigos, y mantenemos fiel comunión; ya de su lado nunca me aparto; ¡cuánto me alienta su comprensión! Ando con Cristo, somos amigos, todas mis cargas las llevo a él. Ando con Cristo, marcho a su lado, oigo la suave voz de Emanuel. Que Dios te bendiga,

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